Introducción:
Existe suficiente literatura que apoya la relación entre la ingesta de vitamina C y la salud animal, de cultivos celulares y humana. Además de las funciones en la formación de colágeno, la vitamina C actúa como un potente antioxidante, aumenta la absorción del hierro inorgánico; desempeña un papel esencial en el metabolismo del ácido fólico, de algunos aminoácidos y de las hormonas.
La vitamina C ocupa un lugar en la historia de la epidemiología nutricional, porque el descubrimiento de que el escorbuto se podía prevenir mediante la manipulación de la dieta, fue una demostración excepcional de la relación entre una deficiencia concreta en la dieta y una enfermedad específica. Sin duda, el estudio médico del naval inglés, James Lind en 1753, sobre el tratamiento del escorbuto, ha sido considerado como uno de los primeros estudios de intervención realizados, aunque, el tamaño de la muestra que utilizó (2 pacientes por cada tratamiento) era insuficiente según los estándares modernos.
El desequilibrio generado por el estrés oxidativo y la defensa antioxidante ha sido implicado en la patogénesis de varias enfermedades. A pesar de que el efecto de los complementos antioxidantes en la dieta en muchos aspectos de la salud humana ha sido ampliamente investigado, los diversos estudios han arrojado resultados contradictorios. Las estimaciones sobre los requerimientos de Vitamina C, se centran en la protección contra el escorbuto, como si fuera la única patología generada por la ausencia o deficiencia de esta vitamina. Por otro lado, las necesidades óptimas pueden depender de la homeostasis.
Discusión:
Relevancia del tabaquismo en este estudio
Es un hecho bien conocido que los fumadores presentan concentraciones plasmáticas y leucocitarias de vitamina C sustancialmente inferiores a las de los que no fuman. La explicación tradicional que se daba a este fenómeno, era la alteración de los hábitos alimentarios de los fumadores, que reduce el aporte de vitamina C. Hoy en día se sabe que los fumadores tienen un mayor metabolismo de la vitamina C y, por tanto, mayores requerimientos de la misma que los no fumadores. Otro resultado importante es que los fumadores tienen un índice de absorción de la vitamina C algo reducido. Estos hechos determinan unos niveles plasmáticos y leucocitarios más bajos de Vitamina C, lo que significa que los fumadores corren un mayor riesgo de padecer una deficiencia marginal de vitamina C.
Resultado:
Del resultado, destacamos que, en la GMD de la Vitamina C, hay diferencias estadísticamente significativas diferencias entre las medidas antes y después de la intervención, y en la medida del día 17 en la vitamina C en orina, la hemoglobina y el hematocrito; mientras que en el grupo GDE, se observan diferencias significativas sólo en la vitamina C en orina.
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