Las infecciones del tracto urinario (ITU), tales como infecciones de la vejiga o cistitis, son muy comunes. Prácticamente todas las mujeres sufren al menos una vez en su vida este padecimiento, y muchas otras tienen la experiencia repetida crónicamente de haber padecido síntomas de escozor y orinación frecuente que caracteriza a la cistitis.
Científicamente, la mayor parte de las infecciones están causadas por bacterias, generalmente la Escherichia coli (E. Coli), que normalmente coloniza el intestino y que puede emigrar hacia la uretra y la vejiga. A pesar de que E. Coli prolifere en estas infecciones, y se pueda demostrar su presencia en el laboratorio, siendo por ello el mejor método de diagnóstico, trataremos de exponer los cambios que ocurren en la vejiga y que suelen “invitar” a estas bacterias.
En lo que se refiere a la infección por E. Coli, algunas mujeres son mejores “huéspedes” para su colonización. La mejor de las huéspedes sería aquella mujer cuya resistencia es baja, que ingiere una dieta rica en proteínas, grasas, azúcar y alimentos animales, que fuma, que bebe café y alcohol y que padece estrés. Además de ello, este indeseable inquilino se siente como en casa con aquellas mujeres que han sufrido daños en la uretra en los partos, en cirugía o en cateterización, o que tienen una anomalía genética estructural del tracto urinario.
Existe un creciente interés en conocer herramientas nutricionales al alcance de profesionales para el manejo de la modulación del sistema inmunitario del humano. Por ello nos centraremos en los potenciales efectos beneficiosos sobre el sistema inmune atribuidos a productos alimenticios compuestos por β-glucanos de Pleurotus ostreatus, y/o Vitamina C.
Se ha determinado el resultado obtenido en diferentes estudios con la ingesta de estos componentes sobre el sistema inmunitario, así como el efecto específico sobre marcadores inmunitarios como las interleuquinas, los linfocitos, células Natural Killer y los leucocitos, no sólo atendiendo a los mecanismos, sino a las experiencias en modelos in vitro e in vivo. Tanto la vitamina C como los β-glucanos muestran eficacia sobre el sistema inmune en diversos estudios, especialmente de forma conjunta.
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente hidrosoluble. Es la vitamina menos estable y es muy sensible a reaccionar con el oxígeno. Una de las funciones primarias de la vitamina C es mantener el colágeno, proteína fibrosa necesaria para formar el tejido conectivo de la piel, los ligamentos y los huesos. Otra de sus características importantes es la curación de heridas y quemaduras ya que facilita la formación del tejido conectivo en la cicatriz.
También participa en la formación de glóbulos rojos y en la prevención de hemorragias. Además, la vitamina C combate las infecciones bacterianas y reduce los efectos de ciertas sustancias producidas por las alergias. Algunos autores afirman que esta vitamina contribuye a la acidificación de la orina, y por esta razón podría ser útil en pacientes con este problema. El consumo de vitamina C en el adulto sano debe ser entre 75 y 90 mg/día.
La dosis ideal para disminuir la recurrencia de infecciones urinarias varía entre persona y persona dependiendo la salud y su estilo de vida, pero algunos autores recomiendan de una manera general que el consumo necesario está entre 500 y 1000 mg de vitamina C/día.
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